martes, 22 de abril de 2014

SALMO 51



INTRODUCCIÓN.

Desde el principio, la Biblia menciona al rey David como el autor del Salmo 51. Este salmo se encuentra en el Segundo Libro de los Salmos (42-72).
 Igual que el Salmo 32 es clasificado como salmo de penitencia o de suplica. Algunos autores (Robert Jamieson) catalogan este salmo como el más profundo en la expresión de sentimientos de arrepentimiento y suplica del perdón, reflejando a la vez un fuerte deseo de renovación interior. Roberto Jamieson menciona que los dos salmos formaban uno solo y ulteriormente el salmo 32 se desprendió del Salmo 51.
La intriga del salmo fue representada por “la angustia, el remordimiento y la repugnancia de sí mismo”[1] , después de cometer el pecado con Betsabe, esposa de Urias. Como consecuencia, Dios regaño a su siervo, a través del profeta Natan, por su mala conducta
El Salmo 51 no es solamente un salmo de arrepentimiento personal, o poético sino es destinado también a la usanza  litúrgica, siendo canto de alabanza y oración que motivaba el pueblo al arrepentimiento. Es una oración en procura de perdón y de santificación mediante el Espíritu Santo. Acompañan a la petición votos de gratitud por la misericordia de Dios y promesas para el futuro. Quizá ningún otro pasaje del AT pinta un cuadro tan patético del pecador verdaderamente arrepentido, que confía en el poder de Dios para perdonar y restaurar, como esta descripción de la reacción de David.[2]
            Por el deseo de ampliar más el tema del salmo 32, escogí analizar un salmo parecido, en este caso el salmo 51.
El trabajo se limitara a analizar muy brevemente el texto (palabras destacadas, semejantes), y una reflexión personal (ilustración) 

1. Análisis textual.

1. A Ten piedad de mi, oh Dios,
           b) conforme a tu misericordia,
           c) conforme a la multitud de tu compasión borra mis transgresiones,
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2. A. Lávame (ynIseB.K;) por completo de mi iniquidad
    b) y limpia  (ynIrEh]j; )mi pecado. …………………………………………………………………………………………………………………………………………………..
3. a) Pues yo reconozco mis transgresiones
    b) y tengo siempre presente mi pecado.
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4. a) Contra ti, contra ti solo he pecado, e hice lo mal ante de tus ojos (^yn<y[eB.).
    b) Pues tu eres justo (qD:c.Ti) (seas justo) cuando hablas y sin reproches cuando juzgas.
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5. a) He aquí, en iniquidad nací,
    B) y en pecado me concibió mi madre.
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6. a) Tú quieres sinceridad interior (~tus'b.W) (en lo secreto)
    b) y en lo íntimo (tAxJub;) me inculcas (enseñas) sabiduría.
7. a) Purifícame con hisopo y seré limpio,        
   b) lávame y quedare más blanco que la nieve.
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8. a) Hazme oír gozo y alegría,
    b) que se regocije los huesos que abatiste (t'yKiDI) (machacaste).
9. a) Oculta tu rostro ante mis pecados
    b) y borra todas mis iniquidades.
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10. a) Crea en mí, Dios, un corazón puro,
      b) renueva en mi interior un espíritu firme;
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11.a)  No me hechas de tu presencia
     b)  ni me quites tu Santo Espíritu;
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12. Devuélvame el gozo de tu salvación y sosténgame con un espíritu generoso
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13. a) Enseñare a los transgresores tus caminos,
      b) y los pecadores volverán a ti.
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14. De homicidio líbrame (del delito de sangre), oh Dios, Dios de mi salvación, y mi lengua cantara tu justicia.
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15. Señor mío, ábreme los labios y mi boca proclamara tu alabanza.
16. a) El sacrificio (xb;z<) no te satisface;
      b) si te ofrezco un holocausto, (hl'A[) no te agrada.
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17. Para Dios el sacrificio (yxeb.zI) es un espíritu quebrantado, un corazón quebrantado y contrito, oh Dios, tú no lo desprecias.
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18. Haz bien con tu benevolencia a Sion y edifica las murallas de Jerusalén;
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19. Entonces te agradaran los sacrificios legítimos (qd<c,) (justicia), ofrendas y holocaustos, entonces sobre tu altar           ofrecerán novillos.

Parafrasear.
Ten piedad, lávame, limpia mi pecado porque siempre lo tengo por delante (v1-3). Tu eres justo cuando juzgas y solo delante de tus ojos he pecado (v 4). He nacido en iniquidad pero tú quieres sinceridad en interior (en lo secreto) y en lo intimo me das enseñanza/sabiduría (v 5-7). Devuélvame el gozo y la alegría dentro de mí (en mis huesos), renueva mi espíritu, (ayúdame nacer de nuevo) (v 8-12). Lo que tu me enseñas, yo lo hare a otros, hablare te tu salvación y cantare tu justicia (v 13,14). Abre mi boca para alabarte, este es el sacrificio que a ti de gusta. 

Reflexión

El rey David manifiesta su suplica hacia Dios por su pecado escondido por mucho tiempo. Su búsqueda es por el gozo y la paz, la alegría que ha perdido durante todo el periodo que escondió su pecado. De hecho, su deseo es la rehabilitación, sentir otra vez la salvación en su vida.
   ¿Cuántas personas no están perdiendo la relación con Dios por transgredir Su ley? Muchos quieren borrar de su memoria los eventos vergonzosos pero    por cuanto más tiempo escondemos nuestras iniquidades, sufrimos más perdidas y en mismo tiempo, más vergüenza. Recuperar la relación con Dios nos cuesta mucho.  A veces es imposible partir del mismo lugar de donde hemos abandonado la relación. Para aquellos que los hemos ofendido, la recuperación de nuestra imagen es muy costosa.
Dios olvida y perdona a todos aquellos que confiesan su pecado y se arrepienten. El ejemplo más claro lo tenemos en el rey David. Para rehabilitar su imagen, Dios le ofrece de nuevo el estatuto de hijo Suyo.
Por doquier, existen personas que viven las mismas luchas interiores que el rey David. Para todos ellos, su ejemplo de arrepentimiento y perdón ofrece esperanza de volver reconciliarse con Dios.
Un caso semejante he conocido mientras trabajaba en una parte del rio Paranapura (Amazonas, Peru). Una persona indígena (nativo) se nos acerco  contando su experiencia de abandonar a Dios. Este ex adventista me invito a su casa para hablarle de Dios. Ignacio, tenía cuatro hijos con su esposa, pero su relación no era tan buena. Era una persona muy abusiva, de hecho los comuneros sufrían mucho por sus agresiones. Tomaba alcohol y siempre buscaba motivos para pelearse con los hombres de su pueblo. No era un buen ejemplo, sino al contrario.
Después de hablar con él varios días, me conto come se alejo de Dios.  La historia de su vida era semejante a la del rey David. Abandonando a Dios por un pecado, intento olvidar y huir de Él, pero no pudo correr mucho tiempo. Jesús lo encontró otra vez. Con lágrimas en sus ojos me preguntaba: ¿Me perdona Dios por todo lo que yo hice? Le conté la historia de un  gran pecador de la Biblia, el rey David y le asegure que también en su caso el perdón de Dios está a su alcance. Al aceptar Su promesa, en la vida de Ignacio conoció un gran cambio. Su felicidad testificaba sobre un poder sobrenatural que es capaz de levantar de la ruina el más vil pecador.  
Antes de salir de su pueblo, Ignacio manifestó su agradecimiento hacia mí, con lágrimas de alegría. La noticia sobre el cambio de Ignacio llego hasta lo rincones más lejanos de su tribu. Muchos manifestaron su curiosidad sobre su arrepentimiento. Fue un gran testimonio para el pueblo y otras personas aceptaron a Jesús como resultado de su ejemplo.

Dios permitió que se escriba la historia de rey David para que mucho puedan encontrar paz, gozo, alegría y salvación en Jesús. Aunque el pecado es como un clavo que penetra la madera, dejando huellas al sacarlo,  Dios promete sanar por completo al pecador.



[1]NICHOL F. Ídem. Páginas 764.
[2] NICHOL Francis D, et al. Comentario Biblico Adventista de séptimo dia, Tomo 3. Publicaciones Interamericanas, California, 1984. Páginas 764. 

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